Un especialista en robo de bienes culturales sitúa al Perú en la ruta de los depredadores de tesoros de la humanidad. Propone el desarrollo de un turismo cultural más ético.
Por: Carlos Subosky
MACHU PICCHU. Para su preservación, no debería ser visitada por más de 2.500 turistas por día.
El Perú es uno de los países con mayores atractivos para el turismo cultural. Cientos de circuitos recorren lugares prehispánicos y de la época virreinal, acompañada de museos especializados. Cusco, Machu Picchu, y también la capital del Perú, Lima –la ciudad donde no llueve–, se han ido preparando para fomentar el turismo, pero también para el cuidado de los bienes culturales y ambientales del país. Es que el Perú es uno de los países más atacado por el robo y tráfico ilícito de bienes culturales.
De visita en Buenos Aires, en el marco de la Feria Internacional de Turismo, que se realizó en la Rural, el museólogo peruano Luis Repetto habló sobre Lima como destino turístico para mostrar las bondades de una ciudad que tiene un acervo cultural muy grande.
Repetto dialogó sobre la problemática del turismo y los bienes culturales y sobre el tráfico ilícito de objetos arqueológicos.
-Muchas veces el turismo y el cuidado de bienes culturales o del medio ambiente entra en conflicto. ¿Cómo trabaja el Perú en este sentido?
-Existe un matrimonio que hace 20 años era impensado y que hoy es una realidad indisoluble, que es el tema de turismo y patrimonio cultural. El turismo es una industria interdependiente basada principalmente en los servicios, pero que recurre esencialmente al paisaje o al patrimonio cultural material y también a las culturas vivas. Entonces la búsqueda es un punto medio, que se encuentra en lo que hoy se denomina turismo ético, turismo sostenible. El Perú es un país multidiverso, que tiene 50% de su territorio de amazonía, reservas protegidas por el Estado, y que mucha gente quisiera conocer. Para ello, necesitamos seguir desarrollando un turismo sostenible, que no maltrate el medio ambiente ni que tampoco se incursione en la intimidad de las comunidades nativas.
-¿Qué relación tiene la industria turística con las comunidades originarias de su país?
-La mayoría de las comunidades originarias del Perú están adscriptas y vinculadas al tema turismo. Les interesa porque esta actividad promueve el desarrollo de distintos campos como el de la artesanía, la gastronomía, la movilidad, los guías, todo. El turismo es una industria bienvenida en todo el Perú y muchas comunidades del interior han asumido el reto de promover el turismo. Sobre todo y curiosamente más en la amazonía, que en otras zonas.
-¿Cómo se logra el turismo ético del que usted habla?
-Hay varias formas. Hay una carta internacional de turismo, hay un decálogo del turismo, y la política que practica el Perú es sostenible. Tenemos capacidad de de carga estudiada, para ciertos lugares, como es el caso del Machu Picchu que tenemos una capacidad de carga de personas de hasta 2.500, por día. Y tratamos de no superar este número para darle continuidad al sitio. Hay otros lugares que son mucho más frágiles como por ejemplo las reservas del Manu, que entran los turistas, pero de manera controlada e incluso se alojan en albergues administrados por los nativos de las comunidades.
-Un tema preocupante para toda América Latina es el tráfico ilegal de bienes culturales y el Perú es uno de los países con más saqueos de este tipo...
-El tema del tráfico ilícito de bienes culturales en el Perú es sumamente doloroso. A pesar de los esfuerzos que hacemos, en este momento la Unesco, desde el Consejo Internacional de museos, ha elaborado 4 listas rojas. Estos son documentos que se pueden ver en la página de la Unesco, donde esta toda la información sobre el tráfico ilegal de bienes culturales, que están en peligro por su expolio, porque están sujetos a robo, y al comercio exacerbado de los coleccionistas. Lamentablemente, Perú figura tercero en la zona de riesgo, detrás de Irak y de Afganistán. Esto no nos halaga para nada, al contrario.
-¿Cómo se trabaja en la prevención de robo de bienes culturales en Perú?
-Hace tres semanas se realizó una reunión internacional de Interpol, con la comunidad Andina, para tratar el tema de la protección de los bienes culturales. En nuestro aeropuerto internacional Jorge Chávez, tenemos un módulo de atención vinculado al tráfico ilícito de bienes culturales, al costado de la aduana. Aunque este módulo no está dedicado a los traficantes de obras de arte o piezas arqueológicas, sino a los turistas incautos que adquieren colecciones de objetos prehispánicos. El tema es que la ley permite que haya circulación de estos bienes dentro del territorio, lo que está prohibido es sacarlos fuera. Tenemos además un sistema de concientización a la población para el cuidado de nuestros bienes, que ha dado mucho resultado.
-¿Hay avances respecto de las leyes contra el tráfico ilícito de bienes arqueológicos?
-Se ha avanzado bastante en las leyes. Hay una que reglamenta el trabajo intenso en lo que es la protección social del patrimonio. Los trabajadores que dependen del Instituto Nacional de Cultura del Perú, y trabajan codo a codo con las comunidades originarias, con los medios de comunicación y con la Interpol. Generalmente el tráfico de bienes culturales es realizado por bandas organizadas, y que además salen por las fronteras, tienen otros circuitos, sobre todo en las fronteras terrestres.
-¿Tiene convenios con los países vecinos del Perú?
-En el caso nuestro, la frontera con Bolivia es una puerta abierta para ambos países para el tráfico de bienes culturales. Existen convenios internacionales ínter aduanas, entre Chile y Perú, muy sencillos. Por ejemplo, Chile incauta algún material robado y lo devuelve inmediatamente a la aduana del Perú, y nos evitamos todos los trámites burocráticos a través de nuestras cancillerías para la repatriación. El Perú tiene en este momento un presupuesto monetario que rige a partir de este año, para tener recursos económicos para la repatriación de objetos culturales, porque tenemos bienes en muchas de nuestras misiones diplomáticas por el mundo que han sido incautados y que muchas veces no han sido repatriados por falta de una partida presupuestal para su restitución.
De resvita Ñ
lunes, 7 de diciembre de 2009
jueves, 19 de noviembre de 2009
La vuelta a América en un velero.
El Ocean Watch es un sencillo velero de 64 pies que en este momento le está dando la vuelta a América como si el continente fuera una gran isla. La gracia consiste en que Ocean Watch está cargado de sofisticados –aunque diminutos– sensores que llevan a cabo muchas de las mismas mediciones que recogería un buque oceanográfico totalmente equipado.
“Usar un velero pequeño como plataforma de investigación presenta retos únicos en el manejo de electricidad, el despliegue de instrumentos y el montaje de los diferentes tipos de sensores en el casco y los mástiles”, explicó Mark Schrader, capitán del Ocean Watch, durante su reciente escala en Miami, rumbo a Suramérica. “Debido a la naturaleza de la navegación a vela, hemos diseñado un programa que consiste en recolectar lo que los científicos llaman bancos de datos según oportunidad”. Además, “un velero que se acerca mucho a las costas es además idóneo para recoger nuevos tipos de data que no le es posible recoger a un gran buque de investigaciones”.
Los proyectos que Ocean Watch y sus cuatro tripulantes llevarán a cabo incluyen estudios polares, de poblaciones de medusas, de acidificación del agua, de la refracción de la energía solar sobre el agua costera, acústica submarina,… Además, tratarán de averiguar cómo responden los mamíferos marinos a los ruidos producidos por la actividad industrial en los puertos.
Entre las instituciones que colaboran en este viaje destacan la NASA, la Universidad de Washington y el Instituto Tecnológico de Massachusetts. La expedición está patrocinada por Tiffany Co., Unilever y la Familia Rockefeller.
“Nuestra misión no es sólo hacer ciencia, sino crear una conciencia social acerca de cómo América es una gran isla que se nutre del mar que la rodea”, dice Schrader, quien ha pasado varios años planeando la expedición, comprando el velero y buscando patrocinadores financieros y científicos. “Queremos movilizar a la gente a que tome acción para mejorar la salud de los océanos”.
Ángela Posada-Swafford
De MuyInt.
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miércoles, 14 de octubre de 2009
Un polémico escáner que “desnuda” a los viajeros.
El nuevo sistema de control de seguridad instalado en el aeropuerto de Manchester no necesita desvestir ni cachear a los pasajeros para ver cada detalle oculto bajo su ropa. Se trata de un polémico escáner que comenzó a funcionar ayer de modo experimental, y que ha sido desarrollado para detectar rápidamente si alguien esconde explosivos o armas. Pero la nitidez del sistema de rayos X, que genera una imagen en 3D, también muestra detalles sobre la anatomía del sujeto, como prótesis para aumentar el pecho, piercings ocultos y los contornos de glúteos y genitales.
La tecnología, desarrollada por la empresa RapiScan Systems, no ha sido bien recibida por los viajeros que en las últimas 24 horas han pasado por el aparato. Y todo a pesar de que los portavoces del aeropuerto insisten en que el sistema es más rápido y eficaz, que las imágenes no tienen nada de pornográfico, y que son destruidas inmediatamente después de ser tomadas.Los escáneres fueron probados en 2004 en aeropuertos de Nueva York, Los Angeles, Tokio y Londres.
La tecnología, desarrollada por la empresa RapiScan Systems, no ha sido bien recibida por los viajeros que en las últimas 24 horas han pasado por el aparato. Y todo a pesar de que los portavoces del aeropuerto insisten en que el sistema es más rápido y eficaz, que las imágenes no tienen nada de pornográfico, y que son destruidas inmediatamente después de ser tomadas.Los escáneres fueron probados en 2004 en aeropuertos de Nueva York, Los Angeles, Tokio y Londres.
miércoles, 16 de septiembre de 2009
Nuevos tejidos de inspiración aeroespacial
La tecnología que incorporan las prendas de GORE-TEX ha demostrado su eficacia en sectores tan variados como la medicina, la aeronáutica o la electrónica. Ahora, esta firma ha presentado una nueva colección especialmente pensada para viajeros y entornos urbanos cuyo tejido resulta extraordinariamente resistente al frío, la lluvia y las arrugas.
La clave es una membrana formada por una estructura microporosa en la que cada poro es unas 20.000 veces más pequeño que una gota de agua y unas setecientas veces más grande que la molécula de vapor de agua. Así se impide que el agua la traspase, pero se facilita la salida del vapor.
Clara Marina
martes, 15 de septiembre de 2009
El equipo básico del mochilero
Para todos aquellos que desean encarar una nueva aventura como mochileros, es necesario conocer los elementos que hacen falta para que la experiencia no sea frustrante. Te proponemos algunos ítems que te va a servir para armar tu mochila.
Salir de viaje siempre es una aventura distinta, conocer diferentes culturas, hermosos paisajes, encontrar todo tipo de gente, sin embargo, irse de viaje como mochilero implica además, adaptarse a vivir con costumbres poco habituales, pero la hazaña es inexplicable.
Para que tu próxima salida sea exitosa, te proponemos una serie de elementos necesarios para tener en cuenta a la hora de encarar un viaje como mochilero.
La Mochila
Lo único que es absolutamente imprescindible. Lo ideal es una mochila de armazón interna. Nuestras piernas soportan mejor el peso que cualquier otra parte del cuerpo, por estar en contacto con el suelo y estar muscularmente más desarrolladas. Para conducir el peso a las piernas una buena mochila debe tener una armazón interna de aluminio.
Normalmente estas son placas que recorren la mochila por dentro, desde arriba hacia abajo, y se encuentran cercanas al respaldo. No son placas rectas, sino que siguen la forma de columna en forma de “S”. Estas placas conducen el peso hacia el área de la cintura, donde el cinturón recibe el peso y efectúa la transferencia hacia las piernas. Ningún mochilero debería llevar una mochila sin cinturón. El cinturón debe ser acolchado, algunos permiten colgar de ellos algunos elementos que se necesitan durante una caminata, como una linterna o un cortapluma o cámara de fotos.
Algunas mochilas viejas tienen armazón externa, un cuadro de metal que se ajusta a la espalda y del que cuelga la mochila, sin embargo, son pesadas y anti-anatómicas.
Los tirantes de los hombros deben ser anchos, para distribuir la presión sobre la piel en un área más ancha. En el caso ideal, los tirantes tienen una curva preestablecida de fábrica y son ajustables.
Otra parte a tener en cuenta al momento de comprar una mochila es el panel dorsal. Debe ser acolchado. Otras cosas que hay que chequear es que la mochila tenga correas de sujeción para bolsas de dormir y/o aislantes.
Muy importante es también fijarse que la mochila tenga dos pisos o compartimentos a los que se pueda acceder independientemente. La separación entre los dos pisos evita que las cosas del compartimento superior ejerzan peso sobre las del inferior, se puede cancelar con un cierre, para el caso en que llevemos objetos largos. Algunas mochilas traen un cierre lateral que permite acceder a cualquier parte de la mochila sin desarmarla.
Los bolsillos: Siempre son preferibles los bolsillos anatómicos expandibles, esos que sólo se dejan notar si están cargados y que sino no sobresalen del cuerpo principal de la mochila. Los bolsillos externos al estar menos integrados al cuerpo principal de la mochila reparten el peso menos eficientemente, sobretodo al estar cargados. Además, si situamos allí objetos delicados como la brújula, etc, están más expuestos que en otros sitios.
Corroborar que la cabeza de la mochila tenga al menos un cierre, son útiles para guardar mapas, guías de viaje, libros, etc. En muchos casos la cabeza de la mochila se desengancha y sirve alternativamente como riñonera.
Muchas mochilas vienen con un cubre mochila impermeable para los días de lluvia, que se despliega desde un cierre detrás de la cabeza. Son importantes, ya que evitan que el agua llegue a los papeles del viaje (mapas, pasaportes, visas, dinero, libros, folletos, notas de viaje).
Distribución y armado: Lo más pesado debe ir pegado a la espalda y más cercano a las piernas. La carpa, idealmente, si es pequeña, puede caber en el compartimento inferior. Sino puede ir colgando de las correas de sujeción inferiores.
Por lo general la mochila de hombre tiene 80 litros (se usa el litro como medida de capacidad) y la de dama 60 lts.
Finalmente, hay que considerar si no se necesita una segunda mochila, lo que se llama Mochila de ataque o “day pack”. Estas mochilas andan por los 30 lts y bien pueden llevarse desarmadas en la mochila y usarse para excursiones una vez que se hizo base y se dejó la mochila grande en un sitio seguro, o bien se lleva cargada en el frente. Esto último es aconsejable cuando se lleva algún equipo de fotografía o una computadora portátil, y que no se quiera apilar con las demás cosas en la mochila grande.
Bolsa de dormir
Hay bolsas de dormir de 2 estaciones (primavera/verano), de 3 estaciones y de 4 estaciones. Las de tres estaciones son aptas ya para el invierno. Las de cuatro deberían soportar inculso temperaturas casi polares. A su vez, su capacidad térmica se mide en grados centígrados.
Conviene si es posible conseguir una bolsa abrigada, de tres estaciones, ya que siempre se puede regular hacia abajo (quitarnos ropa, dormir con la bolsa abierta) más fácil de lo que se puede regular hacia arriba. Una buena bolsa de dormir tiene capucha.
Algunos llaman a estas “bolsas tipo momia”. En cuanto al peso una buena bolsa de dormir no llega a los 2 kgs. Se aconseja guardar las bolsas de dormir extendidas cuando no se usan: de otra manera las fibras se comprimen demasiado y pierden su cualidad aislante.
Carpa
Hay varios tipos de carpa, y esto es importante a la hora de elegir. Las carpas más populares son las de tipo iglú, cuyo sostén consta de dos varillas plegables deslizadas en cruz y arqueadas de manera de dar altura a la tienda y apoyo a todo el conjunto. Las carpas iglú son más livianas y más estables. Todo mochilero hoy día lleva prácticamente una de estas.
Otro tipo de carpas son las geodésicas. En ellas las varillas son regulables y esto permite buscar la forma más adecuada a una situación ambiental particular.
Otro tipo de carpa de la que podemos sentir hablar son las carpas con mangas. En estas, no se entra directamente a la carpa, sino que se entra a un pasillo, o manga, que lleva, tras abrir otro cierre, al compartimento central de la carpa.
La idea es bloquear lo más posible el flujo de aire frío hacia el interior de la carpa. Lo ideal son las carpas iglús. Por lo general, es preferible dormir apretado que cargar con una carpa muy pesada.
Los iglús vienen en distintos modelos, según la cantidad de personas que pueden dormir en ellos. Así tenemos “iglúes de 2”, “iglúes de 3” y de 4.
La ventilación es un factor a tener en cuenta. Las carpas modernas vienen casi siempre cubiertas de una malla simple, que evita la condensación del calor humano. Lo bueno es que en climas cálidos se retira el cubretecho. Las carpas en sí no ofrecen mayor o menor protección frente al frío. En lo que sí se pueden diferenciar es en su mayor o menor ventilación.
Consejos básicos: Armar la carpa sobre un terreno nivelado. Retirar piedras, ramas y otros objetos con anterioridad. Si hay vegetación cerca podemos formar una capa de hojas sobre el sitio donde acampar para mayor comodidad. Buscar zonas altas, o cavar canales alrededor de la carpa.
Vajilla
Con plato, taza, ollita (que también sirve de pava), cuchillo, tenedor y cuchara es suficiente. Después estaría lo ideal.
Lo ideal es conseguir una marmita. Una marmita es un set de elementos de cocina que se meten unos dentro de otros, de manera que en un paquete de 30cm de diámetro por 10 de alto caben ollas (varias), plato, sartén y pava. El material es de teflón, que tiene la ventaja que la comida no se pega. Pero también requiere un cuidado excesivo ya que si las ollas se rayan, ya no pueden usarse. Mejor el aluminio.
También es casi indispensable un abrelatas, pero para ahorrar peso conviene tener una cortaplumas que lo incluya en sus usos y no llevar uno aparte. De vaso se puede usar la tapa del termo. Otra opción bien son los pequenios vasos térmicos metálicos con tapa que conservan el calor.
Las cantimploras son poco recomendables, pesadas, y no so son térmicas. Una buena alternativa es un termo de viaje. Los termos de viaje son de acero inoxidable y nunca los termos plásticos que se usan para llevar a la playa, que se rompen indefectiblemente al primer golpe.
En esta categoría también se puede incluir a los elementos necesarios para hacer fuego: fósforos o encendedor.
Ropa
Un buen número es tres mudas (llámese calzoncillo, par de medias y remera), una puesta y dos en la mochila. Luego un pantalón largo y uno corto. Un buzo o pullover y una campera. Ahora, si podemos elegir o disponemos de un presupuesto, podemos hacernos de un mejor equipo y buscar la manera de que cada item contribuya a una mayor comodidad durante el viaje.
Empecemos por el pantalón. Lo ideal son pantalones tipo cargo, que son esos que tienen grandes bolsillos a los lados e incluso un par de cierres. La ventaja es la capacidad de manejo simultaneo de objetos: billetera, mapas, etc.
Estos pantalones a veces vienen desmontables, la parte de la rodilla para abajo se desmonta con un cierre. Lo bueno de esto es que cuando hace calor tenemos un pantalón corto, y no tenemos que cargar con él en la mochila porque tenemos 2 en 1. Sobre todo si va a haber mucha lluvia o nieve, conviene, o llevar un pantalón de nieve de alguna fibra sintética o de nylon, o recurrir a una combinación de pantalón de microfibra y una calza de polipropileno debajo.
En cuanto a la parte superior, llevar un buzo de polar para el frío. La ropa interior, si nos vamos al frío, debe ser de capilene, seda o lana, y las medias también de lana. El algodón no se recomienda, cuando se transpira se pone frío.
Guantes y gorro son indispensables para el frío, ya que hasta el 75% del calor corporal se pierde por las extremidades. La lana es buen material, el polar mejor, y algunas fibras sintéticas impermeables mejor aún. Los guantes deben ser impermeables si pensamos ir a un lugar frío y lluvioso.
Para el caso contrario, indispensable una gorra tipo de béisbol para protegerse del sol, o mejor aún un sombrero de ala ancha, que le da sombra a toda la cabeza.
La campera. Una buena opción es una campera con relleno de pluma de ganso que es sumamente aislante y se compacta para meterse en la mochila. Ahora, supongamos que vamos a hacer muchos viajes es recomendable una campera desmontable. Estas camperas son dos camperas en una.
Calzado
Antes de comprar un par de botas tenemos que pensar en el tipo de viaje que tenemos en mente. Si vamos a efectuar excursiones cortas, por terrenos llanos y en condiciones climáticas nornales, entonces necesitaremos un par de botas livianas y cómodas. Si estamos pensando en caminar varios días con una mochila cargada a cuestas y a veces por terrenos donde no hay senderos marcados, hay que pensar en botas reforzadas, con materiales más rígidos y durables.
Según los materiales utilizados variarán el peso, la permeabilidad y durabilidad de la bota. Se dividen en tres clases. Las botas con malla de nylon y cuero base están diseñadas para pesar poco y ser permeables a la transpiración. Otras botas son de cuero de capa completa y son muy permeables al agua, durables y firmes. No permiten la ventilación como el nylon. Por último, hay diversas barreras a prueba de agua, que se le agregan a botas livianas para aumentar su resistencia al agua. Si se cuidan correctamente son las más duraderas de las tres.
Entonces, los criterios a tener en cuenta son: la respirabilidad de la bota (evita que mantengamos el pie húmedo mucho tiempo), resistencia al agua (nos referimos a charcos, lluvias o el simple rocío del pasto. Si el nivel del agua no pasa la cania se pueden cruzar pequenios arroyos) y durabilidad y firmeza (poder utilizar las botas por largo tiempo y que el calzado mismo ayude a la persona a sostenerse en el terreno, aún con una mochila a cuestas)
Las costuras: Mientras más costuras tenga la bota, más posibiliades de filtraciones y de fracturas en la cubierta hay. Es buena idea llevar unas sandalias para descansar los pies cuando el clima lo permita.
Elementos de limpieza e higiene
Acá hay que abarcar varias cuestiones. La higiene personal, el lavado de ropa y el lavado de vajilla. Respecto de la higiene personal, cada uno más o menos sabe: shampoo, jabón, cepillo dental y pasta.
Para el lavado de la ropa, una pieza de jabón blanco servirá tanto para la ropa como para la vajilla. Un cepillo de uñas para fregar la ropa vendrá bien para la ropa como para la higiene personal. Para el lavado de vajilla; el jabón blanco de la ropa y un trozo de esponja.
La Toalla, lo más liviano y pequeño es llevar un pareo, que es una especie de tela muy finita que se suele usar para la playa o para ir de picnic.
De diversica
Salir de viaje siempre es una aventura distinta, conocer diferentes culturas, hermosos paisajes, encontrar todo tipo de gente, sin embargo, irse de viaje como mochilero implica además, adaptarse a vivir con costumbres poco habituales, pero la hazaña es inexplicable.
Para que tu próxima salida sea exitosa, te proponemos una serie de elementos necesarios para tener en cuenta a la hora de encarar un viaje como mochilero.
La Mochila
Lo único que es absolutamente imprescindible. Lo ideal es una mochila de armazón interna. Nuestras piernas soportan mejor el peso que cualquier otra parte del cuerpo, por estar en contacto con el suelo y estar muscularmente más desarrolladas. Para conducir el peso a las piernas una buena mochila debe tener una armazón interna de aluminio.
Normalmente estas son placas que recorren la mochila por dentro, desde arriba hacia abajo, y se encuentran cercanas al respaldo. No son placas rectas, sino que siguen la forma de columna en forma de “S”. Estas placas conducen el peso hacia el área de la cintura, donde el cinturón recibe el peso y efectúa la transferencia hacia las piernas. Ningún mochilero debería llevar una mochila sin cinturón. El cinturón debe ser acolchado, algunos permiten colgar de ellos algunos elementos que se necesitan durante una caminata, como una linterna o un cortapluma o cámara de fotos.
Algunas mochilas viejas tienen armazón externa, un cuadro de metal que se ajusta a la espalda y del que cuelga la mochila, sin embargo, son pesadas y anti-anatómicas.
Los tirantes de los hombros deben ser anchos, para distribuir la presión sobre la piel en un área más ancha. En el caso ideal, los tirantes tienen una curva preestablecida de fábrica y son ajustables.
Otra parte a tener en cuenta al momento de comprar una mochila es el panel dorsal. Debe ser acolchado. Otras cosas que hay que chequear es que la mochila tenga correas de sujeción para bolsas de dormir y/o aislantes.
Muy importante es también fijarse que la mochila tenga dos pisos o compartimentos a los que se pueda acceder independientemente. La separación entre los dos pisos evita que las cosas del compartimento superior ejerzan peso sobre las del inferior, se puede cancelar con un cierre, para el caso en que llevemos objetos largos. Algunas mochilas traen un cierre lateral que permite acceder a cualquier parte de la mochila sin desarmarla.
Los bolsillos: Siempre son preferibles los bolsillos anatómicos expandibles, esos que sólo se dejan notar si están cargados y que sino no sobresalen del cuerpo principal de la mochila. Los bolsillos externos al estar menos integrados al cuerpo principal de la mochila reparten el peso menos eficientemente, sobretodo al estar cargados. Además, si situamos allí objetos delicados como la brújula, etc, están más expuestos que en otros sitios.
Corroborar que la cabeza de la mochila tenga al menos un cierre, son útiles para guardar mapas, guías de viaje, libros, etc. En muchos casos la cabeza de la mochila se desengancha y sirve alternativamente como riñonera.
Muchas mochilas vienen con un cubre mochila impermeable para los días de lluvia, que se despliega desde un cierre detrás de la cabeza. Son importantes, ya que evitan que el agua llegue a los papeles del viaje (mapas, pasaportes, visas, dinero, libros, folletos, notas de viaje).
Distribución y armado: Lo más pesado debe ir pegado a la espalda y más cercano a las piernas. La carpa, idealmente, si es pequeña, puede caber en el compartimento inferior. Sino puede ir colgando de las correas de sujeción inferiores.
Por lo general la mochila de hombre tiene 80 litros (se usa el litro como medida de capacidad) y la de dama 60 lts.
Finalmente, hay que considerar si no se necesita una segunda mochila, lo que se llama Mochila de ataque o “day pack”. Estas mochilas andan por los 30 lts y bien pueden llevarse desarmadas en la mochila y usarse para excursiones una vez que se hizo base y se dejó la mochila grande en un sitio seguro, o bien se lleva cargada en el frente. Esto último es aconsejable cuando se lleva algún equipo de fotografía o una computadora portátil, y que no se quiera apilar con las demás cosas en la mochila grande.
Bolsa de dormir
Hay bolsas de dormir de 2 estaciones (primavera/verano), de 3 estaciones y de 4 estaciones. Las de tres estaciones son aptas ya para el invierno. Las de cuatro deberían soportar inculso temperaturas casi polares. A su vez, su capacidad térmica se mide en grados centígrados.
Conviene si es posible conseguir una bolsa abrigada, de tres estaciones, ya que siempre se puede regular hacia abajo (quitarnos ropa, dormir con la bolsa abierta) más fácil de lo que se puede regular hacia arriba. Una buena bolsa de dormir tiene capucha.
Algunos llaman a estas “bolsas tipo momia”. En cuanto al peso una buena bolsa de dormir no llega a los 2 kgs. Se aconseja guardar las bolsas de dormir extendidas cuando no se usan: de otra manera las fibras se comprimen demasiado y pierden su cualidad aislante.
Carpa
Hay varios tipos de carpa, y esto es importante a la hora de elegir. Las carpas más populares son las de tipo iglú, cuyo sostén consta de dos varillas plegables deslizadas en cruz y arqueadas de manera de dar altura a la tienda y apoyo a todo el conjunto. Las carpas iglú son más livianas y más estables. Todo mochilero hoy día lleva prácticamente una de estas.
Otro tipo de carpas son las geodésicas. En ellas las varillas son regulables y esto permite buscar la forma más adecuada a una situación ambiental particular.
Otro tipo de carpa de la que podemos sentir hablar son las carpas con mangas. En estas, no se entra directamente a la carpa, sino que se entra a un pasillo, o manga, que lleva, tras abrir otro cierre, al compartimento central de la carpa.
La idea es bloquear lo más posible el flujo de aire frío hacia el interior de la carpa. Lo ideal son las carpas iglús. Por lo general, es preferible dormir apretado que cargar con una carpa muy pesada.
Los iglús vienen en distintos modelos, según la cantidad de personas que pueden dormir en ellos. Así tenemos “iglúes de 2”, “iglúes de 3” y de 4.
La ventilación es un factor a tener en cuenta. Las carpas modernas vienen casi siempre cubiertas de una malla simple, que evita la condensación del calor humano. Lo bueno es que en climas cálidos se retira el cubretecho. Las carpas en sí no ofrecen mayor o menor protección frente al frío. En lo que sí se pueden diferenciar es en su mayor o menor ventilación.
Consejos básicos: Armar la carpa sobre un terreno nivelado. Retirar piedras, ramas y otros objetos con anterioridad. Si hay vegetación cerca podemos formar una capa de hojas sobre el sitio donde acampar para mayor comodidad. Buscar zonas altas, o cavar canales alrededor de la carpa.
Vajilla
Con plato, taza, ollita (que también sirve de pava), cuchillo, tenedor y cuchara es suficiente. Después estaría lo ideal.
Lo ideal es conseguir una marmita. Una marmita es un set de elementos de cocina que se meten unos dentro de otros, de manera que en un paquete de 30cm de diámetro por 10 de alto caben ollas (varias), plato, sartén y pava. El material es de teflón, que tiene la ventaja que la comida no se pega. Pero también requiere un cuidado excesivo ya que si las ollas se rayan, ya no pueden usarse. Mejor el aluminio.
También es casi indispensable un abrelatas, pero para ahorrar peso conviene tener una cortaplumas que lo incluya en sus usos y no llevar uno aparte. De vaso se puede usar la tapa del termo. Otra opción bien son los pequenios vasos térmicos metálicos con tapa que conservan el calor.
Las cantimploras son poco recomendables, pesadas, y no so son térmicas. Una buena alternativa es un termo de viaje. Los termos de viaje son de acero inoxidable y nunca los termos plásticos que se usan para llevar a la playa, que se rompen indefectiblemente al primer golpe.
En esta categoría también se puede incluir a los elementos necesarios para hacer fuego: fósforos o encendedor.
Ropa
Un buen número es tres mudas (llámese calzoncillo, par de medias y remera), una puesta y dos en la mochila. Luego un pantalón largo y uno corto. Un buzo o pullover y una campera. Ahora, si podemos elegir o disponemos de un presupuesto, podemos hacernos de un mejor equipo y buscar la manera de que cada item contribuya a una mayor comodidad durante el viaje.
Empecemos por el pantalón. Lo ideal son pantalones tipo cargo, que son esos que tienen grandes bolsillos a los lados e incluso un par de cierres. La ventaja es la capacidad de manejo simultaneo de objetos: billetera, mapas, etc.
Estos pantalones a veces vienen desmontables, la parte de la rodilla para abajo se desmonta con un cierre. Lo bueno de esto es que cuando hace calor tenemos un pantalón corto, y no tenemos que cargar con él en la mochila porque tenemos 2 en 1. Sobre todo si va a haber mucha lluvia o nieve, conviene, o llevar un pantalón de nieve de alguna fibra sintética o de nylon, o recurrir a una combinación de pantalón de microfibra y una calza de polipropileno debajo.
En cuanto a la parte superior, llevar un buzo de polar para el frío. La ropa interior, si nos vamos al frío, debe ser de capilene, seda o lana, y las medias también de lana. El algodón no se recomienda, cuando se transpira se pone frío.
Guantes y gorro son indispensables para el frío, ya que hasta el 75% del calor corporal se pierde por las extremidades. La lana es buen material, el polar mejor, y algunas fibras sintéticas impermeables mejor aún. Los guantes deben ser impermeables si pensamos ir a un lugar frío y lluvioso.
Para el caso contrario, indispensable una gorra tipo de béisbol para protegerse del sol, o mejor aún un sombrero de ala ancha, que le da sombra a toda la cabeza.
La campera. Una buena opción es una campera con relleno de pluma de ganso que es sumamente aislante y se compacta para meterse en la mochila. Ahora, supongamos que vamos a hacer muchos viajes es recomendable una campera desmontable. Estas camperas son dos camperas en una.
Calzado
Antes de comprar un par de botas tenemos que pensar en el tipo de viaje que tenemos en mente. Si vamos a efectuar excursiones cortas, por terrenos llanos y en condiciones climáticas nornales, entonces necesitaremos un par de botas livianas y cómodas. Si estamos pensando en caminar varios días con una mochila cargada a cuestas y a veces por terrenos donde no hay senderos marcados, hay que pensar en botas reforzadas, con materiales más rígidos y durables.
Según los materiales utilizados variarán el peso, la permeabilidad y durabilidad de la bota. Se dividen en tres clases. Las botas con malla de nylon y cuero base están diseñadas para pesar poco y ser permeables a la transpiración. Otras botas son de cuero de capa completa y son muy permeables al agua, durables y firmes. No permiten la ventilación como el nylon. Por último, hay diversas barreras a prueba de agua, que se le agregan a botas livianas para aumentar su resistencia al agua. Si se cuidan correctamente son las más duraderas de las tres.
Entonces, los criterios a tener en cuenta son: la respirabilidad de la bota (evita que mantengamos el pie húmedo mucho tiempo), resistencia al agua (nos referimos a charcos, lluvias o el simple rocío del pasto. Si el nivel del agua no pasa la cania se pueden cruzar pequenios arroyos) y durabilidad y firmeza (poder utilizar las botas por largo tiempo y que el calzado mismo ayude a la persona a sostenerse en el terreno, aún con una mochila a cuestas)
Las costuras: Mientras más costuras tenga la bota, más posibiliades de filtraciones y de fracturas en la cubierta hay. Es buena idea llevar unas sandalias para descansar los pies cuando el clima lo permita.
Elementos de limpieza e higiene
Acá hay que abarcar varias cuestiones. La higiene personal, el lavado de ropa y el lavado de vajilla. Respecto de la higiene personal, cada uno más o menos sabe: shampoo, jabón, cepillo dental y pasta.
Para el lavado de la ropa, una pieza de jabón blanco servirá tanto para la ropa como para la vajilla. Un cepillo de uñas para fregar la ropa vendrá bien para la ropa como para la higiene personal. Para el lavado de vajilla; el jabón blanco de la ropa y un trozo de esponja.
La Toalla, lo más liviano y pequeño es llevar un pareo, que es una especie de tela muy finita que se suele usar para la playa o para ir de picnic.
De diversica
sábado, 15 de agosto de 2009
Grandes Viajeros
Viajar es vivir más. Todo cobra perspectiva. La realidad se ensancha y las experiencias engrandecen nuestra alma. Las vidas y los paisajes de seis grandes viajeros nos llevan de la mano en este reportaje para maravillarnos con ellos.
El viaje está presente en la historia de la humanidad desde sus inicios, desde que el primer ser humano se levantó en el valle africano del Rift y siguió sus fallas para dispersarse por el mundo. No ha habido sociedad que no haya contado con ese personaje que, rechazando las comodidades de una vida marcada por la inercia, ha decidido alejarse para ir conociendo lo que había más allá.
Entre los viajeros más conocidos encontramos a Marco Polo, Stanley, nuestro Ali Bey, Ibn Batuta, Vasco de Gama... La lista puede convertirse en interminable. Incluso podríamos colocar ahí a los que partieron a la conquista de nuevos territorios, pero estos últimos nos interesan poco.
No podemos considerar grandes viajeros tampoco a los que tuvieron que emigrar para sobrevivir. El suyo no es un viaje buscado, sino por obligación. Nos centraremos, pues, en los que tienen un denominador común: su ansia por conocer.
La ciencia, la naturaleza, los modos de vida, la religión, han servido de impulso a su búsqueda. Sirva de ejemplo Hsuan Tsang, monje budista chino que durante el siglo VII decidió partir hacia el oeste para encontrar hombres sabios que pudiesen responder sus dudas. Regresó quince años más tarde con más de 700 libros y reliquias.
EMPRENDER EL CAMINO
Puede que sea al revés: que sea el ansia por viajar la que a veces se sirve de alguna excusa para partir. Los ingleses, entre los que es casi una obligación que sus vástagos salgan a pasear unos cuantos meses -o años- por el mundo antes de empezar sus estudios superiores o de buscar trabajo, disponen de una palabra concreta para definir esta necesidad: wanderlust.
Los sedentarios o sencillamente los que no han dado con la excusa adecuada para emprender el camino y adentrarse en la aventura que es todo viaje, siempre pueden consolarse con los textos de grandes viajeros como los que apuntamos a continuación. Evidentemente, hay muchos más. Pero los que hemos seleccionado reúnen varios requisitos que hacen aún más interesantes sus experiencias. Son grandes escritores que han sabido desarrollar una mirada personal y una curiosidad que parece no tener límite. En compañía de ellos, el viaje es siempre conocimiento y una satisfacción. La vida, en sus múltiples facetas, está en sus páginas.
EL CORAZÓN DEL AMAZONAS
Nacido en el seno de una familia aristocrática prusiana, Alexander von Humboldt recibió la buena educación que le correspondía para convertirse en un alto funcionario de su país. Sin embargo, no destacó en los estudios, hasta que descubrió la botánica. A ésta siguió la geología, en cuyo estudio profundizó en la Escuela de Minas de Freiberg. Su curiosidad ya no tenía límites, tampoco su portentosa memoria ni su infatigable capacidad de trabajo. Convencido de que su misión debía centrarse en la exploración científica, se dirigió a Madrid con el botánico francés Aimé Bonpland. Allí, consiguieron que el rey les concediera permiso para visitar sus colonias de América Central y del Sur.
EL LARGO VIAJE POR AMÉRICA
Entre 1799 y 1804, recorrerían 10.000 km a pie, a caballo y en canoa. Empezaron en Venezuela, donde se internaron por la selva amazónica. Entre lluvias constantes y nubes de mosquitos, con sus pertrechos y alimentos carcomidos por los bichos y la humedad, Alexander descubrió la unión de las cuencas del Amazonas y el Orinoco por medio del río Casiquiare. Sin comida, bebiendo el agua de los ríos, permanecieron tres meses cartografiando y recogiendo datos y muestras. Su siguiente destino se situó en los Andes, donde, entre otros volcanes, ascendió al Chimborazo. Aunque no alcanzó su cima de 6.265 metros, su récord de altura se mantendría durante tres décadas. La experiencia le permitió describir el mal de montaña y sus causas. Hizo muchas más aportaciones a la ciencia: estableció climas y ecosistemas, la existencia de los vientos alisios y de los campos geomagnéticos de la tierra, clasificó centenares de plantas, describió la corriente que lleva su nombre y que asciende por el litoral pacífico de América, estableció la relación entre la actividad volcánica y la historia de la corteza terrestre...
Continuó su viaje por México y terminó en los Estados Unidos. A su regreso, su empeñó se centró en ordenar los datos recogidos. Tardó veinte años en hacerlo, tiempo durante el cual volcó sus conocimientos en los treinta volúmenes de su Viajes a las regiones equinocciales del nuevo continente. Al fin, agotado su patrimonio, tuvo que buscarse sustento y aceptó el cargo de consejero del rey de Prusia. Aceptó, también, una invitación del zar para recorrer sus dominios, viaje que lo llevaría hasta la frontera con China.
A partir del año 1834 fue publicando su obra magna, Cosmos, en la que, con sus conocimientos describió el universo tal como entonces se conocía. Pero la obra de Humboldt no es sólo de una sabia mirada científica. Contemporáneo de Goethe y Schiller, para él la naturaleza era una fuente de placer estético espiritual. El placer que dimana de ella, de su contemplación y goce, nace para Humboldt de lo más profundo del ser humano. De su alma.
EN LOS CAMPOS DEL SEÑOR
Nacido en Nueva York, escritor, naturalista, viajero, tras estudiar en Yale y la Sorbona, Peter Matthiessen fundó en París The Paris Review. A mediados de los años 50, recorrió todos los refugios de fauna salvaje de los Estados Unidos, con un coche, un saco de dormir, algunos libros y una pistola. Sus expediciones por espacios naturales apenas acababan de empezar. Persiguió elefantes por la selva del Congo y al esquivo leopardo de las nieves en la tierra de Dolpo, Nepal. Alaska, Canadá, Asia, Australia, Oceanía y América del Sur, África y Nueva Guinea también han figurado entre sus destinos.
Su mirada no se detiene en el reportaje de sobremesa, sino que en los libros donde relata sus viajes completa el cuadro con los peligros que amenazan tanto a los distintos ecosistemas como a las culturas que con ellos han convivido durante siglos. Son muchos los espacios en que la invasión de la modernidad ha llevado a la extinción de culturas y especies animales, y Matthiessen los retrata sin remilgos. Así, por ejemplo, se interesó por el sioux Leornard Peltier, condenado a dos cadenas perpetuas por matar a dos agentes del FBI. El resultado fue In the Spirit of Crazy Horse, libro que fue censurado y permaneció nueve años fuera de circulación, hasta que terminó una larga sucesión de pleitos. Es en estos escenarios, lejanos y extraños para los habitantes de las ciudades, donde coloca también a los personajes de sus libros de ficción. "Siempre he preferido un tipo de vida en los límites, gente que está desesperada, desheredada o abandonada", declara. Aparecen a veces poco amables, rayando los límites de la cordura, como en Jugando en los campos del Señor, situado en la selva amazónica. Su última trilogía se sitúa en los Everglades, humedales de Florida.
MAESTRO ZEN
Pero, sin embargo, Peter Matthiessen nunca ha perdido la capacidad de maravillarse. Maestro zen, su práctica regular le ha ayudado a despojar la realidad de sus atributos más superficiales, de afeites y presupuestos, para quedarse con su esencia, ante la cual no podemos más que sorprendernos. Sus libros son también una búsqueda de esa esencia, de la parte incorruptible de todos nosotros.
DESVELANDO IRÁN
Ryszard Kapuscinski es un periodista que va a las fuentes de la realidad, aquellas que no se difunden en las conferencias de prensa, donde se proclama lo que han preparado los asesores para mayor autobombo del poder establecido. Kapuscinski pisa la calle y sonsaca a la gente normal. Para ello, toma todo tipo de transporte, se aloja donde puede, intenta borrar su carácter extranjero, fotografía y recoge prospectos, folletos, postales y, sobre todo, habla con decenas, centenares de personas.
El resultado es una habitación de hotel llena de papeles, cintas de casete, carretes de fotos. Dejarlos desparramados por la cama, mesitas y suelo le ayuda a quitar algo de ese aire impersonal que gastan los hoteles. Y entonces, como en su libro El Sha, escrito sobre la caída del dictador iraní, empieza a recoger. Parece que los fragmentos carezcan de orden, pero los va encajando uno tras otro con la precisión de un relojero. No deja de ser un artificio literario para dar coherencia a un arduo trabajo de investigación y a un viaje sin prisas. Al final, llega la escritura, guiada con mano maestra.
Su estilo penetra, con la limpieza de un bisturí, hasta el tuétano de los huesos. Sólo al alejarnos de un libro de Kapuscinski nos damos cuenta del tamaño de su maestría. Cuando lo leemos, dejamos de existir para convertirnos en un personaje más. El autor nos sumerge y nos guía por sus reportajes siempre tratándonos como personas inteligentes, capaces de alcanzar conclusiones propias.
EL TEATRO DE LA VIDA
Kapuscinski empezó como cronista de la agencia estatal de noticias polonesas, PAP. Así conoció decenas de guerras, golpes de estado, revoluciones en América, Asia, África y Europa. Ante la voluntad de transmitir lo que no cuentan los periódicos, empezó a escribir libros. Entre éstos, El Emperador, sobre el régimen corrupto de Haile Selassie en Etiopía, Imperio, situado en la desmembrada URSS, o Ébano, sobre el sufriente continente africano. Su principal preocupación será desentrañar las estructuras de poder. "El país es el teatro", afirma, "pero la obra es universal". Todo, sin apartar nunca la vista de la gente de a pie, la que sufre cada cambio de títere.
REMONTANDO EL NILO
Más espía, escritor, buscador de los enigmas del alma, que inglés, Richard F. Burton fue demasiado inquieto para la melindrosa y puritana sociedad victoriana. Poco de su vida transcurrió en su patria de origen. Un breve esbozo biográfico lo sitúa, ya desde su infancia, recorriendo Europa con sus padres. Pronto habló con fluidez francés, italiano, occitano, latín y griego, idiomas a los que sumaría veintitantos más a lo largo de su vida. Tras ser expulsado de Oxford, se alistó como oficial en la Compañía de las Indias Orientales. Las prácticas religiosas y la inmersión en las formas de vida que lo rodeaban lo apartaron del común del ejército. Tuvo sus defensores, como sir Charles Napier, que lo incorporó en sus servicios secretos. Haciéndose pasar por comerciante, Burton se dedicó a recabar información en los bazares. Pero, al marcharse su mentor, cayó en desgracia y decidió regresar a Inglaterra.
Volvemos a encontrarlo en la Meca, disfrazado de musulmán afgano. Después en la ciudad prohibida de Harar, en la actual Etiopía, de donde fue el primer europeo que regresó con vida. Ya por aquel entonces le fascinaba la idea de alcanzar las míticas fuentes del Nilo. Un primer intento lo llevó hasta Somalia, acompañado por el teniente John H. Speke. Pero acabó en un total desastre, con las mejillas de Burton atravesadas por una lanza y Speke molido a palos. La siguiente expedición, con Speke por compañero, salió de Zanzíbar, en la costa oriental africana, para internarse en el corazón del continente siguiendo las rutas de los árabes traficantes de esclavos. Sufrieron todo tipo de enfermedades y percances, pero consiguieron (a medias) su objetivo. Porque fue Speke el que alcanzó en solitario un gran lago, que bautizó Victoria, y que, aún sin pruebas, afirmó como fuente del Nilo. Speke regresó unos días antes que Burton a Inglaterra y se llevó toda la gloria. Burton, traicionado e ignorado, se marchó a EEUU.
A su vuelta, entró en el Foreing Office como cónsul en Fernando Poo. Luego fue destinado a Brasil, a Damasco y, por último, a Trieste. Todo esto debe combinarse con una actividad febril, entre traducciones, estudios y libros de viaje, de lo que nos ha llegado una pequeña parte, porque su viuda quemó todo lo que Burton dejó por publicar. Una pérdida irreparable.
EL TÍBET COMO DESTINO
Desde niña Alexandra David-Néel se mostró inquieta. Además de huir varias veces de su casa, estudió música y se interesó por el budismo y el Tíbet. Hizo un primer viaje a la India al cumplir los 20 años, pero, cuando empezó a fallarle el sustento, regresó a su París natal. Para ganarse la vida, inició una carrera como cantante de ópera que la llevaría hasta Hanoi.
La volvemos a encontrar en Túnez, ya casada, aunque sin olvidar sus ideas anarquistas y feministas. Su matrimonio resultó fallido y, con 43 años, inició el viaje de su vida, rumbo a la India, un viaje que iba a durar 14 años. En 1912 conocía en Sikkim al decimotercer Dalai Lama. La suerte estaba echada: tenía que alcanzar el Tíbet. Profundizó en sus estudios de tibetano y se inició en la meditación. Vivió como ermitaña y luego pasó más de dos años en el monasterio budista de Kum Bum, por aquel entonces ya protectorado chino. Pero el Tíbet continuaba ahí, como territorio prohibido para los extranjeros. Intentó cruzar la frontera tres veces. La primera vez fue detenida. La segunda se le echó la nieve encima. A la tercera tentativa, acompañada sólo por Yongden, criado, discípulo y, más tarde, hijo adoptivo, consiguió al fin pasar. Tras cuatro meses de superar pasos de 4.000 y 5.000 metros, dormir en cavernas, sufrir frío y hambre, alcanzó Lhasa, la capital del país soñado. Llegaba convertida en una mendiga, vistiendo harapos, flaca, curtida, con la cara ennegrecida por el humo. Tenía cincuenta y seis años.
CIEN AÑOS DESPUÉS
Alexandra no se asentó hasta alcanzar los 78 años. Entonces se retiró a Digne, bajo los Alpes de la Alta Provenza. En el Tíbet conoció una sociedad feudal con reyes, lamas, nómadas y gente humilde, que vivían como lo habían hecho durante siglos. En su libro Magos y místicos del Tíbet relató cuentos, magias y milagros que quedaron asociados al budismo tibetano. Sin embargo, mantuvo siempre una doble mirada: mística maravillada una y estudiosa objetiva otra, que separaba el grano de la paja. No se cansaba de repetir: "Tengan cuidado con las imágenes, no se dejen embaucar por ellas". A los cien años, quiso renovar su pasaporte. Por aquellas fechas, los chinos habían ya destruido la mayoría de monasterios tibetanos.
Entre los viajeros más conocidos encontramos a Marco Polo, Stanley, nuestro Ali Bey, Ibn Batuta, Vasco de Gama... La lista puede convertirse en interminable. Incluso podríamos colocar ahí a los que partieron a la conquista de nuevos territorios, pero estos últimos nos interesan poco.
No podemos considerar grandes viajeros tampoco a los que tuvieron que emigrar para sobrevivir. El suyo no es un viaje buscado, sino por obligación. Nos centraremos, pues, en los que tienen un denominador común: su ansia por conocer.
La ciencia, la naturaleza, los modos de vida, la religión, han servido de impulso a su búsqueda. Sirva de ejemplo Hsuan Tsang, monje budista chino que durante el siglo VII decidió partir hacia el oeste para encontrar hombres sabios que pudiesen responder sus dudas. Regresó quince años más tarde con más de 700 libros y reliquias.
EMPRENDER EL CAMINO
Puede que sea al revés: que sea el ansia por viajar la que a veces se sirve de alguna excusa para partir. Los ingleses, entre los que es casi una obligación que sus vástagos salgan a pasear unos cuantos meses -o años- por el mundo antes de empezar sus estudios superiores o de buscar trabajo, disponen de una palabra concreta para definir esta necesidad: wanderlust.
Los sedentarios o sencillamente los que no han dado con la excusa adecuada para emprender el camino y adentrarse en la aventura que es todo viaje, siempre pueden consolarse con los textos de grandes viajeros como los que apuntamos a continuación. Evidentemente, hay muchos más. Pero los que hemos seleccionado reúnen varios requisitos que hacen aún más interesantes sus experiencias. Son grandes escritores que han sabido desarrollar una mirada personal y una curiosidad que parece no tener límite. En compañía de ellos, el viaje es siempre conocimiento y una satisfacción. La vida, en sus múltiples facetas, está en sus páginas.
EL CORAZÓN DEL AMAZONAS
Nacido en el seno de una familia aristocrática prusiana, Alexander von Humboldt recibió la buena educación que le correspondía para convertirse en un alto funcionario de su país. Sin embargo, no destacó en los estudios, hasta que descubrió la botánica. A ésta siguió la geología, en cuyo estudio profundizó en la Escuela de Minas de Freiberg. Su curiosidad ya no tenía límites, tampoco su portentosa memoria ni su infatigable capacidad de trabajo. Convencido de que su misión debía centrarse en la exploración científica, se dirigió a Madrid con el botánico francés Aimé Bonpland. Allí, consiguieron que el rey les concediera permiso para visitar sus colonias de América Central y del Sur.
EL LARGO VIAJE POR AMÉRICA
Entre 1799 y 1804, recorrerían 10.000 km a pie, a caballo y en canoa. Empezaron en Venezuela, donde se internaron por la selva amazónica. Entre lluvias constantes y nubes de mosquitos, con sus pertrechos y alimentos carcomidos por los bichos y la humedad, Alexander descubrió la unión de las cuencas del Amazonas y el Orinoco por medio del río Casiquiare. Sin comida, bebiendo el agua de los ríos, permanecieron tres meses cartografiando y recogiendo datos y muestras. Su siguiente destino se situó en los Andes, donde, entre otros volcanes, ascendió al Chimborazo. Aunque no alcanzó su cima de 6.265 metros, su récord de altura se mantendría durante tres décadas. La experiencia le permitió describir el mal de montaña y sus causas. Hizo muchas más aportaciones a la ciencia: estableció climas y ecosistemas, la existencia de los vientos alisios y de los campos geomagnéticos de la tierra, clasificó centenares de plantas, describió la corriente que lleva su nombre y que asciende por el litoral pacífico de América, estableció la relación entre la actividad volcánica y la historia de la corteza terrestre...
Continuó su viaje por México y terminó en los Estados Unidos. A su regreso, su empeñó se centró en ordenar los datos recogidos. Tardó veinte años en hacerlo, tiempo durante el cual volcó sus conocimientos en los treinta volúmenes de su Viajes a las regiones equinocciales del nuevo continente. Al fin, agotado su patrimonio, tuvo que buscarse sustento y aceptó el cargo de consejero del rey de Prusia. Aceptó, también, una invitación del zar para recorrer sus dominios, viaje que lo llevaría hasta la frontera con China.
A partir del año 1834 fue publicando su obra magna, Cosmos, en la que, con sus conocimientos describió el universo tal como entonces se conocía. Pero la obra de Humboldt no es sólo de una sabia mirada científica. Contemporáneo de Goethe y Schiller, para él la naturaleza era una fuente de placer estético espiritual. El placer que dimana de ella, de su contemplación y goce, nace para Humboldt de lo más profundo del ser humano. De su alma.
EN LOS CAMPOS DEL SEÑOR
Nacido en Nueva York, escritor, naturalista, viajero, tras estudiar en Yale y la Sorbona, Peter Matthiessen fundó en París The Paris Review. A mediados de los años 50, recorrió todos los refugios de fauna salvaje de los Estados Unidos, con un coche, un saco de dormir, algunos libros y una pistola. Sus expediciones por espacios naturales apenas acababan de empezar. Persiguió elefantes por la selva del Congo y al esquivo leopardo de las nieves en la tierra de Dolpo, Nepal. Alaska, Canadá, Asia, Australia, Oceanía y América del Sur, África y Nueva Guinea también han figurado entre sus destinos.
Su mirada no se detiene en el reportaje de sobremesa, sino que en los libros donde relata sus viajes completa el cuadro con los peligros que amenazan tanto a los distintos ecosistemas como a las culturas que con ellos han convivido durante siglos. Son muchos los espacios en que la invasión de la modernidad ha llevado a la extinción de culturas y especies animales, y Matthiessen los retrata sin remilgos. Así, por ejemplo, se interesó por el sioux Leornard Peltier, condenado a dos cadenas perpetuas por matar a dos agentes del FBI. El resultado fue In the Spirit of Crazy Horse, libro que fue censurado y permaneció nueve años fuera de circulación, hasta que terminó una larga sucesión de pleitos. Es en estos escenarios, lejanos y extraños para los habitantes de las ciudades, donde coloca también a los personajes de sus libros de ficción. "Siempre he preferido un tipo de vida en los límites, gente que está desesperada, desheredada o abandonada", declara. Aparecen a veces poco amables, rayando los límites de la cordura, como en Jugando en los campos del Señor, situado en la selva amazónica. Su última trilogía se sitúa en los Everglades, humedales de Florida.
MAESTRO ZEN
Pero, sin embargo, Peter Matthiessen nunca ha perdido la capacidad de maravillarse. Maestro zen, su práctica regular le ha ayudado a despojar la realidad de sus atributos más superficiales, de afeites y presupuestos, para quedarse con su esencia, ante la cual no podemos más que sorprendernos. Sus libros son también una búsqueda de esa esencia, de la parte incorruptible de todos nosotros.
DESVELANDO IRÁN
Ryszard Kapuscinski es un periodista que va a las fuentes de la realidad, aquellas que no se difunden en las conferencias de prensa, donde se proclama lo que han preparado los asesores para mayor autobombo del poder establecido. Kapuscinski pisa la calle y sonsaca a la gente normal. Para ello, toma todo tipo de transporte, se aloja donde puede, intenta borrar su carácter extranjero, fotografía y recoge prospectos, folletos, postales y, sobre todo, habla con decenas, centenares de personas.
El resultado es una habitación de hotel llena de papeles, cintas de casete, carretes de fotos. Dejarlos desparramados por la cama, mesitas y suelo le ayuda a quitar algo de ese aire impersonal que gastan los hoteles. Y entonces, como en su libro El Sha, escrito sobre la caída del dictador iraní, empieza a recoger. Parece que los fragmentos carezcan de orden, pero los va encajando uno tras otro con la precisión de un relojero. No deja de ser un artificio literario para dar coherencia a un arduo trabajo de investigación y a un viaje sin prisas. Al final, llega la escritura, guiada con mano maestra.
Su estilo penetra, con la limpieza de un bisturí, hasta el tuétano de los huesos. Sólo al alejarnos de un libro de Kapuscinski nos damos cuenta del tamaño de su maestría. Cuando lo leemos, dejamos de existir para convertirnos en un personaje más. El autor nos sumerge y nos guía por sus reportajes siempre tratándonos como personas inteligentes, capaces de alcanzar conclusiones propias.
EL TEATRO DE LA VIDA
Kapuscinski empezó como cronista de la agencia estatal de noticias polonesas, PAP. Así conoció decenas de guerras, golpes de estado, revoluciones en América, Asia, África y Europa. Ante la voluntad de transmitir lo que no cuentan los periódicos, empezó a escribir libros. Entre éstos, El Emperador, sobre el régimen corrupto de Haile Selassie en Etiopía, Imperio, situado en la desmembrada URSS, o Ébano, sobre el sufriente continente africano. Su principal preocupación será desentrañar las estructuras de poder. "El país es el teatro", afirma, "pero la obra es universal". Todo, sin apartar nunca la vista de la gente de a pie, la que sufre cada cambio de títere.
REMONTANDO EL NILO
Más espía, escritor, buscador de los enigmas del alma, que inglés, Richard F. Burton fue demasiado inquieto para la melindrosa y puritana sociedad victoriana. Poco de su vida transcurrió en su patria de origen. Un breve esbozo biográfico lo sitúa, ya desde su infancia, recorriendo Europa con sus padres. Pronto habló con fluidez francés, italiano, occitano, latín y griego, idiomas a los que sumaría veintitantos más a lo largo de su vida. Tras ser expulsado de Oxford, se alistó como oficial en la Compañía de las Indias Orientales. Las prácticas religiosas y la inmersión en las formas de vida que lo rodeaban lo apartaron del común del ejército. Tuvo sus defensores, como sir Charles Napier, que lo incorporó en sus servicios secretos. Haciéndose pasar por comerciante, Burton se dedicó a recabar información en los bazares. Pero, al marcharse su mentor, cayó en desgracia y decidió regresar a Inglaterra.
Volvemos a encontrarlo en la Meca, disfrazado de musulmán afgano. Después en la ciudad prohibida de Harar, en la actual Etiopía, de donde fue el primer europeo que regresó con vida. Ya por aquel entonces le fascinaba la idea de alcanzar las míticas fuentes del Nilo. Un primer intento lo llevó hasta Somalia, acompañado por el teniente John H. Speke. Pero acabó en un total desastre, con las mejillas de Burton atravesadas por una lanza y Speke molido a palos. La siguiente expedición, con Speke por compañero, salió de Zanzíbar, en la costa oriental africana, para internarse en el corazón del continente siguiendo las rutas de los árabes traficantes de esclavos. Sufrieron todo tipo de enfermedades y percances, pero consiguieron (a medias) su objetivo. Porque fue Speke el que alcanzó en solitario un gran lago, que bautizó Victoria, y que, aún sin pruebas, afirmó como fuente del Nilo. Speke regresó unos días antes que Burton a Inglaterra y se llevó toda la gloria. Burton, traicionado e ignorado, se marchó a EEUU.
A su vuelta, entró en el Foreing Office como cónsul en Fernando Poo. Luego fue destinado a Brasil, a Damasco y, por último, a Trieste. Todo esto debe combinarse con una actividad febril, entre traducciones, estudios y libros de viaje, de lo que nos ha llegado una pequeña parte, porque su viuda quemó todo lo que Burton dejó por publicar. Una pérdida irreparable.
EL TÍBET COMO DESTINO
Desde niña Alexandra David-Néel se mostró inquieta. Además de huir varias veces de su casa, estudió música y se interesó por el budismo y el Tíbet. Hizo un primer viaje a la India al cumplir los 20 años, pero, cuando empezó a fallarle el sustento, regresó a su París natal. Para ganarse la vida, inició una carrera como cantante de ópera que la llevaría hasta Hanoi.
La volvemos a encontrar en Túnez, ya casada, aunque sin olvidar sus ideas anarquistas y feministas. Su matrimonio resultó fallido y, con 43 años, inició el viaje de su vida, rumbo a la India, un viaje que iba a durar 14 años. En 1912 conocía en Sikkim al decimotercer Dalai Lama. La suerte estaba echada: tenía que alcanzar el Tíbet. Profundizó en sus estudios de tibetano y se inició en la meditación. Vivió como ermitaña y luego pasó más de dos años en el monasterio budista de Kum Bum, por aquel entonces ya protectorado chino. Pero el Tíbet continuaba ahí, como territorio prohibido para los extranjeros. Intentó cruzar la frontera tres veces. La primera vez fue detenida. La segunda se le echó la nieve encima. A la tercera tentativa, acompañada sólo por Yongden, criado, discípulo y, más tarde, hijo adoptivo, consiguió al fin pasar. Tras cuatro meses de superar pasos de 4.000 y 5.000 metros, dormir en cavernas, sufrir frío y hambre, alcanzó Lhasa, la capital del país soñado. Llegaba convertida en una mendiga, vistiendo harapos, flaca, curtida, con la cara ennegrecida por el humo. Tenía cincuenta y seis años.
CIEN AÑOS DESPUÉS
Alexandra no se asentó hasta alcanzar los 78 años. Entonces se retiró a Digne, bajo los Alpes de la Alta Provenza. En el Tíbet conoció una sociedad feudal con reyes, lamas, nómadas y gente humilde, que vivían como lo habían hecho durante siglos. En su libro Magos y místicos del Tíbet relató cuentos, magias y milagros que quedaron asociados al budismo tibetano. Sin embargo, mantuvo siempre una doble mirada: mística maravillada una y estudiosa objetiva otra, que separaba el grano de la paja. No se cansaba de repetir: "Tengan cuidado con las imágenes, no se dejen embaucar por ellas". A los cien años, quiso renovar su pasaporte. Por aquellas fechas, los chinos habían ya destruido la mayoría de monasterios tibetanos.
Raimon Portell - "Integral"
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